Félix Madrigal/ACG – Morelia, Michoacán
En los días previos al 12 de diciembre, las calles de Morelia se llenan de color, música y fe. Entre puestos repletos de rebozos, trenzas y sombreros, y grupos de danzantes que ensayan sus coreografías frente a las parroquias, se revela un aspecto poco visible de la celebración guadalupana: el costo de vestir la tradición.
Frente a la Casa de las Artesanías, en la Plaza de San Francisco, un grupo de artesanas acomoda cuidadosamente los trajes típicos que cada año dan vida a las peregrinaciones.
“Para el 12 de la Virgen se visten de guarecita y de Juan Dieguito”, explica una de ellas mientras muestra las prendas. “Los hombres usan pantaloncitos blancos con la tilma de la Virgen, y las niñas su rebozo, su faja, su canastita de ofrenda. Todo tiene un significado”.
Cada pieza representa algo más que una prenda: el rebozo simboliza el cobijo del ayate; el sombrero, la humildad del peregrino; y la canastita, la ofrenda a la Morenita. Pero además de fe, vestirse así también implica una inversión. Los precios van desde los $200 hasta los $2,500 pesos, dependiendo del bordado, la talla o la calidad del plisado.
“Los más sencillos son más baratitos, pero los bordados a mano sí suben mucho”, comenta la vendedora con una sonrisa.
Del otro lado de la devoción están quienes se preparan para bailar frente al altar. Lucía, integrante de la Danza San Miguel, cuenta que los preparativos comienzan con anticipación.
“Nuestra encargada hace presupuestos en varios negocios y entre todas elegimos qué usar. Este año traemos un rebozo de $280, una falda del mismo precio, un mandil de $300, un huanengo de $250, trenzas de $350 y un guangoche de $400. En total, el atuendo completo ronda los $1,500 pesos, sin contar los accesorios”, detalla.
El guangoche, explica Lucía, es una tela que lleva trastecitos de barro y suena al ritmo de los pasos. “Tenemos distintos vestuarios según la fiesta: uno azul para la Virgen de la Salud, otro rojo con amarillo para San Miguel, y este, rojo con blanco, para la Virgen de Guadalupe”.
Cada diciembre, entre el fervor y la danza, miles de personas en Morelia reviven la tradición de vestirse no solo con telas, sino con símbolos de fe y comunidad. Detrás de cada rebozo, huanengo y falda bordada hay un trabajo artesanal y un sacrificio económico que, año con año, las familias asumen con devoción. Porque en estas fechas, en Morelia, el amor a la Virgen también se viste.